lunes, marzo 20, 2006

Las clásicas suben el telón

Empieza el espectáculo. El ciclismo del bueno. Con la disputa el pasado sábado de la Milán- San Remo, se ha dado por comenzada la temporada de las clásicas, citas obligadas para los buenos aficionados al ciclismo. De todas ellas, hay cinco que por su historia son situadas en la categoría de monumentos. De estos cinco monumentos, cuatro se disputan en esta primera parte de la temporada: Milan- San Remo, Tour de Flandes, París- Roubaix y Lieja- Bastogne- Lieja.
La Milán- San Remo, es la primera en disputarse y además es la más larga de todas con 294 kilómetros de recorrido. El punto clave de esta carrera es el Poggio, situado a 6 km. de meta. Pero en los diez últimos años, sólo el gran "grillo" Bettini (2003) ha sido capaz de aprovecharlo para alzarse vencedor.
La siguiente (2 de abril) es el Tour de Flandes y hablar de Flandes es hablar de muros. Para muchos aficionados la mejor de las clásicas, y para muchos ciclistas uno de sus objetivos principales, entre ellos el campeón del mundo Tom Boonen que este año intentará volver a ser profeta en su tierra después de su gran victoria en 2005.
Una semana después (9 de abril) llega la París- Roubaix, durante algunos años conocida en el mundillo cilcista como París- Mapei, debido al gran dominio de los ciclistas de este equipo. La han ganado Tafi, Musseuw 3 veces... y algún año Mapei ha copado los 3 puestos del podio. El pavés es la gran atracción para los amantes de este deporte, pero también es un hándicap para los cilcistas y no todos se arriesgan a disputarla. Después del tercer puesto en 2005, todos tenemos puestas las esperanzas en el arquero Flecha.
Por último, llega la favorita del que escribe, la Lieja- Bastogne- Lieja (16 de abril), una carrera en la que sólo ganan los elegidos, y en la que una victoria justifica una temporada y una carrera. Un auténtico rompepiernas por tierra belgas, donde un año, el otrora figura del ciclismo español, Iban Mayo, llegó a pisar el podio (2003).
Así pues, sólo nos queda sentarnos en el sofá, encender la televisión y (si la retrasmisión de TVE nos lo permite) disfrutar de unas buenas dosis de espectáculo.